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Las Prioridades en el Liderazgo

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Los buenos líderes ponen lo más importante primero, y lo urgente lo subordinan a lo importante. Una de las claves y de los secretos de la efectividad es pasar la mayor parte de nuestro tiempo en actividades importantes que nos lleven a los resultados deseados. Y no en actividades urgentes que no nos conducen a ningún lado.

Por eso, una de las preguntas que necesitamos hacernos es cuáles son las actividades, o cuáles son esos hábitos que me llevarán a resultados extraordinarios. Y una vez que descubrimos cuáles son esas actividades, entregarnos de lleno a ellas. Esto definitivamente va a cambiar nuestra vida. Si pasamos el tiempo apagando incendios, vamos a desarrollar eficiencia, pero no efectividad. Esta viene no de apagar incendios, sino de ejecutar las tareas y acciones que nos lleven a cumplir la misión y visión que tenemos para nuestra vida.

Aquí es importante considerar el principio de Pareto. Este dice que el 20% de lo que hacemos produce el 80% de los resultados. Y a su vez, el 80% por ciento de lo que hacemos produce el 20% de los resultados. La clave de la efectividad es pasar el tiempo en este 20% que hace la diferencia. Estas son actividades importantes que generalmente no son urgentes. No presionan, no gritan ni reclaman nuestra acción como otro tipo de actividades. Sin embargo, es fundamental que seamos intencionales en llevarlas a cabo.

Ahora algo que nos va a ayudar a tener claro nuestras prioridades es recordar siempre cuál es esa visión que nos mueve. Y cuál es el propósito que está detrás de esa visión. Y más aún si esa visión es grande.

¿Ahora por qué desarrollar una visión grande? Hay sabiduría en apuntar alto, ya que aunque no lleguemos a nuestras metas, vamos a alcanzar más que si apuntamos bajo y lo logramos. La mitad de la batalla está en la visión correcta. El Rey Salomón dice “Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena”. Esto quiere decir que un sentido de dirección, una esperanza, una meta grande, nos va a enfocar en el presente mucho más que si estamos a la deriva sin apuntarle a ningún puerto.

Necesitamos tener una visión mucho más grande de la que imaginamos. Necesitamos una visión mucho grande que nosotros que incluya a otras personas. Una visión de un gran tamaño, que nos lleve a grandes logros. Es difícil que logremos alcanzar cosas mucho más grandes de la visión que tenemos. Si queremos alcanzar más, necesitamos una visión mucho más grande de la que tenemos. Esto es clave. Insisto, ¿cuál es tu visión?

Y a su vez esta visión clara nos va a llevar a establecer los objetivos, las metas, las prioridades y las actividades que nos llevarán a la realización de esa visión. Al mismo tiempo, es fundamental para dar cumplimiento a la visión un equipo que nos ayude a concretarla.

Cuenta la tradición que una vez una persona visitó una obra en Europa y vió a un albañil colocando un ladrillo, le preguntó “perdón, me podría decir que está haciendo”. Esta albañil respondió “no ve, le dijo el albañil, estos colocando un ladrillo.” Este señor siguió recorriendo una obra y vio a otra persona colocando un ladrillo y le preguntó también “perdón, me podría decir que esta haciendo”. Este segundo albañil le dijo “estoy construyendo una iglesia”. Siguió recorriendo la obra y encontró a una tercera persona colocando un ladrillo y le preguntó “perdón, me podría decir que está haciendo”. Este tercer albañil le contestó “estoy siendo parte de la construcción más importante de Europa. Construimos una catedral que con su belleza y majestuosidad inspirará a la excelencia, a la fe y a la bondad a millones de personas en los próximos siglos”.

Los tres albañiles estaban haciendo la misma tarea. Pero no tenían el mismo propósito. El último tenía una visión de largo plazo y un propósito mayor, que le permitía tener la actitud adecuada y colocar ese ladrillo con una alta motivación.

Debemos recordarnos que lo que hacemos es importante. Y como líderes debemos recordarles a los demás que lo que hacen es importante. Si nos motivamos adecuadamente con un propósito mayor y trascendente, vamos a ser motivadores que les daremos sentido y propósito a los demás en lo que hacen.

Un líder trabaja con la idea, pero también trabaja con la gente. Es visión y relaciones. Es estrategia, pero también trabajo bien concertado y en equipo. Y sobre todo el buen líder tiene un propósito grande que le permite estar motivado y motivar a los demás.

 

 
 
 
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