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Una de las competencias más importantes que puede desarrollar un líder es la de ser un buen comunicador. No puede haber un buen líder que comunique mal. El buen liderazgo es convincente, y tiene la habilidad y capacidad de comunicar claramente la visión. Y así persuadir a los demás para que puedan embarcarse juntos en un buen propósito que será beneficioso para todos los involucrados.

La buena comunicación es clara, convincente y toca las tres dimensiones de nuestra personalidad. Toca la mente, el corazón y la voluntad de las personas. El buen comunicador se hace entender y conecta con las personas. Minimiza los malentendidos y los conflictos, y moviliza a las personas con su mensaje. Es asertivo, amable y convincente en su comunicación. Tiene un mensaje que lleva esperanza a las personas y produce ánimo y motivación en aquellos que le escuchan.


Los líderes en este mundo cambiante y acelerado deben cultivar el arte de la buena comunicación. Deben entender que lo importante no es únicamente lo que comunicamos, sino que lo importante es lo nuestra audiencia recibe y comprende. Sabe que para que lo comprendan, debe primero comprender a las personas. Como bien lo dice Covey en uno de los hábitos de su famoso libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” necesitamos primero comprender y luego ser comprendidos.


También entiende algunas teorías de la comunicación que describen los ruidos y las barreras que existen en la misma. Y por ende, trabaja para quitar esas barreras para que se llegue a una comunicación clara, asertiva y efectiva. Necesitamos utilizar un lenguaje común para ser entendidos. Al que no es médico no le podemos hablar con tecnicismos que solo entienden los que han estudiado medicina. Nuestro lenguaje debe ser sencillo, no rebuscado. El tono, las palabras, los conceptos centrales son claves de manejar para asegurarnos ser entendidos.

Cuando entendemos la realidad de nuestra audiencia, de donde vienen, y cuáles son sus necesidades, vamos efectivamente a ser capaces de comunicarnos de verdad y producir una influencia en ellos.


Finalmente, los buenos comunicadores tienen un propósito con su comunicación. No solo le hablan al intelecto de los demás, sino que se conectan emocionalmente con las personas y tocan su corazón. Este facilitará el liderazgo y el movilizar a las personas a la acción.

Existen tres necesidades centrales en cuanto al liderazgo. Si vamos a desarrollar nuestro liderazgo y potencial, y si vamos a ser agentes de cambio que hagamos una diferencia, necesitamos lo siguiente:

En primer lugar, necesitamos líderes que nos influencien e impacten favorablemente nuestras vidas. Referentes que verdaderamente nos inspiren y provean un modelo de cambio y transformación. Líderes que nos muestren el camino a seguir, ya que estar expuestos a buenos líderes nos ayudará en nuestro liderazgo. Esto lo explica muy bien John Maxwell en la ley del modelo. Nos dice que el liderazgo es sobre todo visual. Que nosotros desarrollamos liderazgo no tanto por lo que oímos sino por lo que vemos. Y cuando tenemos esos modelos en la familia, en la empresa o en la comunidad que encarnan los principios de liderazgo más fácilmente los podemos aprender e incorporar a nuestra vida.

En segundo lugar, necesitamos desarrollar nuestro liderazgo y potencial. Necesitamos ser líderes íntegros y preparados. Ser proactivos en prepararnos y en trabajar nuestro liderazgo. Tomar la iniciativa en ser los líderes que necesitamos ser. Esto puede llevar años, pero es una preparación que vale la pena y el esfuerzo, y que permitirá aprovechar mejor las oportunidades que la vida nos dará. En su clásico libro las “21 leyes irrefutables de liderazgo” John Maxwell nos habla de la ley del proceso. Podemos desarrollar nuestro liderazgo diariamente y no de un día para el otro. Es lo que hacemos cada día que cuenta. El aprendizaje día tras día nos puede llevar a ser líderes influyentes mañana.

Y finalmente, necesitamos desarrollar y preparar otros líderes a nuestro alrededor. Necesitamos no únicamente ser proactivos en desarrollar nuestro liderazgo, sino en desarrollar otros líderes a nuestro alrededor. De esa manera vamos a multiplicar nuestra influencia y la transformación que es necesaria producir en las organizaciones y en la sociedad. La mayoría de los líderes desarrolla seguidores. Pero necesitamos ser intencionales en desarrollar líderes para multiplicar la efectividad de nuestra vida, nuestros equipos y organizaciones.

Actualizado: 5 ago 2022

Es importante si vamos a crecer como líderes, que tengamos una gran visión. Necesitamos identificar una causa a abrazar. Debe ser una causa y una visión grande y mayor. En otras palabras nos debe mover algo grande, una gran visión que incluya a muchas otras personas. Fuimos creados para cosas grandes y es cuando apuntamos a algo grande que podremos no solo desarrollar nuestro potencial de liderazgo sino producir un impacto en el mundo y en los demás.


No hay mérito en las visiones chicas y pequeñas. No hay mérito en apuntar a lograr cumplir únicamente sueños personales. Debemos tener una visión grande que incluya la satisfacción de las necesidades de muchas personas. Necesitamos tener una visión grande de transformación. Los buenos líderes siguen soñando con Transformar al mundo. Debemos preguntar qué cambios nos gustaría producir si estuvieran a nuestro alcance. Hay quienes tienen una visión de erradicar la pobreza, o educar a los jóvenes, o proveer una mejora en la salud. Otros buscan el desarrollo espiritual de los demás, o en mi caso personal que es la de desarrollar líderes de integridad que a su vez produzcan cambios en los demás.


Los líderes del siglo 21 tienen una gran visión de transformación ya que son agentes de cambio que inician y producen cambios. Todos los líderes son agentes de cambio, los grandes líderes producen grandes cambios. Si no producimos un cambio, no somos líderes. La pregunta que tenemos que hacernos, es qué cambio quiero producir. En otras palabras, qué cambio es necesario producir para beneficio de otras personas. O también en base a mis dones y talentos, en base a mis pasiones, qué cambio puedo producir. Esta es la esencia del liderazgo. Utilizar nuestros dones y talentos y agregarle una buena dosis de pasión, para producir una gran transformación en nuestra sociedad.

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