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Existen tres necesidades centrales en cuanto al liderazgo. Si vamos a desarrollar nuestro liderazgo y potencial, y si vamos a ser agentes de cambio que hagamos una diferencia, necesitamos lo siguiente:

En primer lugar, necesitamos líderes que nos influencien e impacten favorablemente nuestras vidas. Referentes que verdaderamente nos inspiren y provean un modelo de cambio y transformación. Líderes que nos muestren el camino a seguir, ya que estar expuestos a buenos líderes nos ayudará en nuestro liderazgo. Esto lo explica muy bien John Maxwell en la ley del modelo. Nos dice que el liderazgo es sobre todo visual. Que nosotros desarrollamos liderazgo no tanto por lo que oímos sino por lo que vemos. Y cuando tenemos esos modelos en la familia, en la empresa o en la comunidad que encarnan los principios de liderazgo más fácilmente los podemos aprender e incorporar a nuestra vida.

En segundo lugar, necesitamos desarrollar nuestro liderazgo y potencial. Necesitamos ser líderes íntegros y preparados. Ser proactivos en prepararnos y en trabajar nuestro liderazgo. Tomar la iniciativa en ser los líderes que necesitamos ser. Esto puede llevar años, pero es una preparación que vale la pena y el esfuerzo, y que permitirá aprovechar mejor las oportunidades que la vida nos dará. En su clásico libro las “21 leyes irrefutables de liderazgo” John Maxwell nos habla de la ley del proceso. Podemos desarrollar nuestro liderazgo diariamente y no de un día para el otro. Es lo que hacemos cada día que cuenta. El aprendizaje día tras día nos puede llevar a ser líderes influyentes mañana.

Y finalmente, necesitamos desarrollar y preparar otros líderes a nuestro alrededor. Necesitamos no únicamente ser proactivos en desarrollar nuestro liderazgo, sino en desarrollar otros líderes a nuestro alrededor. De esa manera vamos a multiplicar nuestra influencia y la transformación que es necesaria producir en las organizaciones y en la sociedad. La mayoría de los líderes desarrolla seguidores. Pero necesitamos ser intencionales en desarrollar líderes para multiplicar la efectividad de nuestra vida, nuestros equipos y organizaciones.

Actualizado: 5 ago 2022

Es importante si vamos a crecer como líderes, que tengamos una gran visión. Necesitamos identificar una causa a abrazar. Debe ser una causa y una visión grande y mayor. En otras palabras nos debe mover algo grande, una gran visión que incluya a muchas otras personas. Fuimos creados para cosas grandes y es cuando apuntamos a algo grande que podremos no solo desarrollar nuestro potencial de liderazgo sino producir un impacto en el mundo y en los demás.


No hay mérito en las visiones chicas y pequeñas. No hay mérito en apuntar a lograr cumplir únicamente sueños personales. Debemos tener una visión grande que incluya la satisfacción de las necesidades de muchas personas. Necesitamos tener una visión grande de transformación. Los buenos líderes siguen soñando con Transformar al mundo. Debemos preguntar qué cambios nos gustaría producir si estuvieran a nuestro alcance. Hay quienes tienen una visión de erradicar la pobreza, o educar a los jóvenes, o proveer una mejora en la salud. Otros buscan el desarrollo espiritual de los demás, o en mi caso personal que es la de desarrollar líderes de integridad que a su vez produzcan cambios en los demás.


Los líderes del siglo 21 tienen una gran visión de transformación ya que son agentes de cambio que inician y producen cambios. Todos los líderes son agentes de cambio, los grandes líderes producen grandes cambios. Si no producimos un cambio, no somos líderes. La pregunta que tenemos que hacernos, es qué cambio quiero producir. En otras palabras, qué cambio es necesario producir para beneficio de otras personas. O también en base a mis dones y talentos, en base a mis pasiones, qué cambio puedo producir. Esta es la esencia del liderazgo. Utilizar nuestros dones y talentos y agregarle una buena dosis de pasión, para producir una gran transformación en nuestra sociedad.

Una de las marcas de un buen líder es la claridad de dirección. Si el líder no sabe adonde va, es muy difícil que alguien le siga. Por el contrario, el líder que sabe adonde va, verá que muchos lo van a acompañar, y más si su destino es lo suficientemente atractivo para apelar a las necesidades más profundas de las personas.


Alguien que duda de su dirección, no puede llevar a nadie con el. No tomaríamos nunca un ómnibus desde Montevideo que diga al mismo tiempo Punta del Este y Colonia, ya que son direcciones opuestas.. Si vamos a ser buenos líderes y llevar gente en el ómnibus de nuestra vida, lo primero que tenemos que tener claro es nuestro destino, hacia donde vamos.


Barry Posner y James Kouzes en su clásico libro "El Desafío del Liderazgo" nos dicen que ser visionarios es una marca del buen liderazgo. Sin visión no hay liderazgo, sin propósito, no hay visión. La visión es el qué, el propósito es el por qué. Responder a las preguntas como: ¿Hacia donde vamos? ¿Qué queremos lograr? y ¿Por qué queremos lograrlo?, nos ayudarán a ser mejores líderes.


Adelante!

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