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Muchos estudiosos dicen, que este mundo está en crisis debido a que hay una crisis de liderazgo. Y esta crisis de liderazgo, afirman, es una crisis del carácter. Y esto tiene mucha lógica. Faltan líderes de verdad y de integridad, que tengan la capacidad de producir las transformaciones que necesitamos en estos tiempos. Necesitamos líderes en nuestras familias, organizaciones y naciones que sean modelos de credibilidad, y que con su liderazgo nos inspiren a crecer y a desarrollarnos a nuevos niveles y alturas de desempeño.

Este tipo de liderazgo no es muy común verlo, ya que escasea. Y no podemos únicamente esperar mágicamente que surjan estos líderes de integridad y con capacidad, que traigan soluciones y transformaciones a nuestras vidas y sociedades. El desafío que tenemos no es esperar, sino desarrollar nuestro liderazgo y ser una parte de la respuesta que este mundo necesita. Y para ser los líderes que el siglo 21 demanda que seamos, lo primero que necesitamos es desear serlo. Luego es necesario que nos preparemos y nos capacitemos. El llamado que hacemos y que la misma vida nos hace en estos tiempos, es muy alto. Estamos llamados a un liderazgo íntegro basado en principios y valores que nos permita ser modelos y referentes para otras personas. Si trabajamos en nuestro carácter, si procuramos desarrollar integridad, si cultivamos nuestros talentos, si basamos nuestra vida en principios y valores, vamos a impactar, liderar e influenciar ya que el mundo ha perdido muchas de estas características.

Las personas en distintos ámbitos y la sociedad toda, clama por líderes de verdad e integridad. Y si trabajamos en nosotros y desarrollamos nuestro liderazgo, vamos a hacer una diferencia positiva en los demás y nos transformaremos en agentes positivos de cambio y transformación.

Y esta es la esencia del liderazgo. Los buenos líderes son agentes de cambio y de transformación. No se conforman con el estado de las cosas, sino que hacen una diferencia positiva en su entorno y en los demás. Y a eso estamos llamados, no a dejar las cosas como están, sino a producir cambios y transformaciones que mejoren la vida de otras personas. Estamos llamados a ser diferentes con nuestra vida y nuestro carácter. En las palabras de Ron Jenson autor del libro “Cómo Alcanzar el Éxito Auténtico”, estamos llamados a ser campeones del bien.

John Maxwell define el liderazgo de una manera muy concreta. Dice “Liderazgo es Influencia”. Y este es el gran desafío que tenemos en este siglo 21. Desarrollar un liderazgo que sea de influencia positiva en otras personas. Necesitamos ser líderes que produzcan una transformación en nuestra sociedad. El “Liderazgo de Verdad” no es otra cosa que el liderazgo de servicio. Y cuando verdaderamente servimos a los demás, cuando nos interesa hacer una diferencia en sus vidas, nos convertimos en líderes que impactamos en sus vidas.

¿Cómo podemos llegar a ser personas de influencia y líderes que hacemos una diferencia en los demás? Lo primero es que necesitamos ser intencionales. O sea tener la intención de ser líderes que influencien y produzcan una transformación positiva en la sociedad. Esto no se da por casualidad y por accidente. Es una decisión la de ser líderes que influenciemos y produzcamos una transformación en el mundo que nos rodea.

Necesitamos ser intencionales y tomar la decisión de ser líderes que vamos a servir e influenciar positivamente a los demás. Y para que esto se dé, es importante desarrollar una visión de lo que queremos ser y hacia dónde queremos ir con nuestra vida. Una visión de lo que queremos alcanzar y transformar. Una visión del cambio que queremos ver en los demás.

Vivimos en la aldea global, en la era de la información, en el siglo 21. Un lugar y un tiempo de grandes cambios y oportunidades, pero también de muchas amenazas y peligros. La velocidad con la cual corren las imágenes, los videos, los datos y la información no solo ha cambiado completamente nuestra manera de informarnos y aprender. Sino que también ha cambiado la manera en que nos comunicamos y el tiempo al cual le dedicamos a estar frente a una pantalla sea la del televisor, la de nuestras computadoras o la de nuestros celulares. Esta es la era de las redes sociales y la tecnología. Y la tecnología no solo ha cambiado nuestras vidas a escala personal, sino que tiene un impacto global en el mundo en el cual vivimos.

Este es un mundo más globalizado, acelerado, inseguro y pequeño. Lo que sucede en cualquier parte remota de la tierra, nos afecta, nos impacta y nos debe importar a todos. Cada día estamos más interconectados, y de alguna manera, somos más interdependientes. En este barco de la posmodernidad vamos navegando más rápido en aguas cada vez más agitadas y tormentosas. Y este gran barco, parece estar a la deriva y sin rumbo. Como si navegara sin destino, a merced de las grandes olas y los vientos, con gran peligro de hundirse y naufragar.

Es por eso que una de las necesidades más grandes que tenemos en estos tiempos posmodernos, es de un liderazgo de verdad. Necesitamos líderes que nos ayuden a navegar con éxito en medio de las tormentas de estos tiempos, y que nos conduzcan a buenos puertos donde podamos encontrar realización y propósito para nuestras vidas. Líderes que tengan la habilidad y la capacidad de guiarnos. Pero también que tengan el carácter y la integridad para inspirarnos a una vida superior.

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